De.. http://www.accua.com/bodega/conten/BOD706.asp El apabullante curriculum de María Isabel Mijares, miembro de la Academia Española de Gastronomía y Chevalier de la Orden del Mérito Agrícola del Gobierno de Francia, daría para algo más que una simple entrevista.
Su rasgo más notable difícilmente tendría cabida en la frialdad de un curriculum, y es su entusiasmo contagioso y su capacidad para transmitir la gran pasión que siente por el vino y por el amplio y rico mundo que le rodea.
Ha sido vicepresidenta de la Unión Española de Catadores y presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Valdepeñas, es vicepresidenta de la Unión Española de Sumilleres, vicepresidenta de la FIJEV (Federación Internacional de Periodistas y Escritores del Vino), ex presidenta de INTERVIN (Salón Internacional del Vino), presidenta de Ediciones Marco Real, ex-secretaria General de la Unión Internacional de Enólogos, presidenta de Equipo TEAM, asesor técnico Principal en Proyectos Vitivinícolas de la ONU, etcétera, y ese etcétera incluye la Presidencia en el Congreso El Vino y La Mujer, celebrado en Mendoza (Argentina).
Antes para ser un buen enólogo tenías que ir a estudiar a Francia, ¿sigue siendo así? En España hay que impulsar los centros de formación porque, evidentemente, no estamos aún a la altura de Francia, aunque ya hay cursos universitarios, y menos aún a la altura de la Escuela de Enología de Burdeos donde están los mejores especialistas, donde la formación está más concentrada en un único centro además de estar cerca de los Chateaux, donde se promueven muchas de las catas y se aprende lo que es una gran elaboración de vinos. Pero es un círculo vicioso y creo que la solución al problema, sin excluir la asistencia a escuelas francesas donde hay mayor especialización, está en fomentar aquí la formación de buenos enólogos y escuelas porque si no siempre estaremos a la zaga. Hay que ponerse al día.
¿Sabías el día que cruzaste por primera vez la puerta de la Facultad de Ciencias Químicas que dedicarías tu vida al apasionante mundo del vino? No tenía ni idea. Yo no quería acabar en la enseñanza que era la salida natural para la mayoría de las mujeres que estudiaban Químicas en mi época. Suponía que lo mío iría más bien por la investigación. Tenía claro que quería especializarme en algo relacionado con el mundo sensorial y se me pasó por la cabeza seguir estudios en el Instituto del Perfume de Lyon, donde estuve de visita. Luego ya fui a la Escuela de Enología de Burdeos y allí descubrí mi pasión por el vino.
¿En qué sentido fue un descubrimiento? Para empezar me di cuenta de que el mundo del vino no acababa en un laboratorio o en una bodega. Te das cuenta de que el proceso que empezaba en la viña, en la tierra, abarcaba otros muchos mundos, sensoriales, químicos, culturales, intelectuales, comerciales, gastronómicos, aunque el mundo de la comunicación lo descubrí cuando volví a España después de cuatro años en Burdeos y Gonzalo Sol me llevó a su programa de radio y me dijo que hablaba bien y me introdujo de alguna manera en todo esto.
Fuiste alumna de... Emile Peynaud fue mi gran profesor junto a los dos míticos Jean Riberau Gayon y Pascal Ribereau Gayon. Con Peynaud nos hemos formado muchas generaciones de enólogos que hemos tratado de difundir sus enseñanzas. Además, en sus clases de catas, auténtica delicia, nos reuníamos técnicos, maestros de bodega, negociantes, propietarios de restaurantes, periodistas, etcétera, todos juntos, sin discriminar formaciones ni estilos.
Emile Peynaud ha escrito el prólogo del libro "De la cepa a la copa" del que sois autores José Antonio Sáez Illobre y tú. ¿Cómo era? Una eminencia. Me mandaba a catar vinos y a hacer diagnósticos y luego los hacía él por su cuenta. Solía decir "hmmm, pas mal" cuando consideraba que mi diagnóstico era acertado, y lo máximo que llegaba a decir era "vraiment, pas mal". No era de los que están elogiándote todo el día, por eso me sorprendió cuando me eligió para traducir su libro "El Gusto del Vino". Fui a verle a Burdeos y me dijo que me había elegido porque estaba seguro de que yo comprendía y compartía el mismo concepto de la enología, la misma visión que él y porque estaba seguro de que sabría leer entre líneas lo que el había escrito y no me limitaría a traducir literalmente sus palabras. La verdad es que fue un honor para mí.
¿Cómo era la enseñanza entonces? En la escuela, la mayoría de los alumnos eran hijos y herederos de bodegueros y viticultores. Era insólito encontrar a alguien, como yo, a quien la pasión por el vino no le viniera de familia.
Pues no parece que eso haya sido un handicap para ti, al menos en el campo profesional. ¿Qué puede aportar la mujer al mundo del vino? Una sensibilidad determinada, una manera propia de acercarse al mundo del vino. La total incorporación de la mujer a este mundo es una de las cuestiones que más me interesan y que creo que aún está por hacer, pero sin feminismos absurdos, utilizando sus dos grandes fuerzas, la administración del hogar y la familia, y la educación de los suyos. Su peso y relevancia en la sociedad, y su convicción y fuerza.
¿En qué se diferencia la enología de hoy a cómo se entendía la enología hace veinte o treinta años? En todo. Hoy se elabora con tecnología puntera y entonces con más arte que ciencia.
¿Cuándo entras en Academia de Gastronomía? En el año 85. Desde entonces ocupo el sillón Teresa de Ávila y ejerzo todo lo que puedo. Soy una entusiasta de la Academia de Gastronomía.
¿Cuáles son tus actividades en la Academia? Las mismas que los demás académicos, todas las relacionadas con el fomento de la gastronomía y el vino español, participo en charlas, publicaciones como la Guía de Vinos Campsa, asesoro, organizo distintos actos... Nos reunimos a menudo para hablar de gastronomía y distintas cuestiones relacionadas con ella en torno a una buena comida. Hay muchos especialistas en distintos campos, en el campo del aceite de oliva, en el del jamón ibérico, en el del vino, etcétera... que escriben y publican por encargo de la Academia. También he apoyado la creación y desarrollo de la Academia de Gastronomía de Chile y otros países de América Latina, y todo bajo la acertada batuta e impulso de Rafael Ansón e Imelda Moreno.
Utilizas algunas palabras que parecen una aplicación directa de los términos franceses. Sí, es cierto. Sobre eso te puedo contar una anécdota, Joaquín Calvo Sotelo solía decirme: Maria Isabel, te voy a hacer un regalo y es pasar a correcto castellano todas esas palabras que utilizas cuando hablas de vino como "degustorio", "degüello", "coupages"... y que por otro lado son palabras tan hermosas. Luego el pobre se murió antes de hacerlo.
Has sido secretaria general de la Unión Internacional de Enólogos, ¿se entiende de manera distinta la enología fuera que dentro de España? En cada país se entiende con diferentes matices. Pero los enólogos son sólo los que saben Enología. Los demás son maravillosos conocedores y enamorados del vino, imprescindibles y deliciosos, pero no son enólogos ni diagnosticadores.
Viajar, formar parte de los Jurados Internacionales de Cata de los más importantes concursos españoles y extranjeros, investigar, desarrollar, probar nuevos vinos, son algunas de tus ocupaciones. ¿Qué es lo mejor de tu trabajo? La cata. En ella vuelco mi alma y mi pasión por el vino.
¿Hay escuelas dentro de la enología? Pues sí, hay escuelas más pegadas al campo y a la tierra, y otras más pegadas a la elaboración del vino y su análisis. Escuelas del hemisferio norte y hemisferio sur con conceptos diferentes.
Has participado en proyectos vitivinícolas de la ONU. Háblame de ello. Sí, la ONU quería impulsar el desarrollo de la industria del vino y la fijación del campesino al suelo en ciertas regiones de América Latina, como Bolivia, Perú y Colombia, o de Europa como Albania y Moldavia. Se embarcó en una serie de proyectos de estudio, análisis y asesoramiento en ciertos lugares como San Rafael (Argentina) donde, por encargo del Banco Internacional, estudiamos la reestructuración vitivinícola, impulsamos la elaboración de nuevos vinos más acordes con los mercados actuales, y se ayudó a su comercialización. También me permitió entrar en contacto con Brasil, Chile, Uruguay ya en pleno desarrollo y pude aportar mi granito de arena. De paso que se impulsa la industria, se combate en parte el alcoholismo ya que el gusto por el vino sustituye el consumo de alcoholes duros. Todo esto lo hice con mi socio y compañero permanente José Antonio Sáez Illobre.
¿De qué proyecto te sientes particularmente orgullosa? De lo que hemos hecho en América Latina. Creo que se ha realizado una labor que era necesaria y sobre todo hemos hecho grandes amigos, trabajando con ellos al unísono.
¿Quién ha escrito mejor sobre el vino? Los padres de la Enología moderna son Jean Ribereau Gayon y Pascal Ribereau Gayon. Emile Peynaud es el gran enólogo de campo, en cuanto a Denis Boubals es una eminencia en Viticultura.
¿Y en España? Marcilla, Luis Hidalgo, Ildefonso Mauca y tres importantes mujeres, Concepción Llaguno, Dolores Cabezudo y Clara Días de Bethancourt.
Una última pregunta, ¿qué es el vino? Es el producto que une a la tierra con el hombre de forma mágica.
La formación de esta Academia no ha sido "el capricho" de unos cuantos y mucho menos el mío. Pero sí que se podría considerar una lucha personal y de algunos de sus miembros por revalorizar y buscar el lugar que le corresponde a una cocina y tradiciones tan amplios como extensa es nuestra provincia con su identidad propia , así como apoyar los nuevos proyectos innovadores que entran con fuerza de la mano de jóvenes cocineros formados en los mejores fogones del mundo que vuelven a León apostando por su tierra y los inmejorables productos de calidad indudable que ofrece. La Academia Leonesa de Gastronomía nace para ayudar a mejorar nuestros conocimientos y actividades relacionados con la cocina concebida casi como un arte, así como promocionar y difundir su desarrollo. Premios, estudios, opiniones , elaboración de guias, novedades.... . Es nuestro espíritu y entendemos que para ello se necesita la ayuda y colaboración de todos. Contamos también con su valiosa opinión. Gracias.