martes, 15 de noviembre de 2011

Leonardo da Vinci y Boticelli, socios en un restaurante ..........

Leonardo da Vinci y Boticelli, socios en un restaurante .



diariodegastronomia.com


Poco se sabe a nivel popular de esta curiosa faceta de uno de los personajes más influyentes en la historia de la humanidad, pero la realidad es que Leonardo da Vinci, el gran Leonardo, fue durante toda su vida no sólo un gran cocinero, sino en cierto modo un precursor de la cocina actual, tanto por su concepto de cocina de tipo minimalista como por la propia presentación de las propuestas, lo que hoy en día se llama el “emplatado”.


Sus primeros escarceos en el oficio los realiza como camarero en una taberna llamada Los Tres Caracoles sirviendo comidas, donde en poco tiempo llega a ser responsable de la cocina, abandonando el taller del maestro Verrocchio donde prestaba sus servicios como especialista en figura humana.

En esta nueva aventura intentó revolucionar la cocina tradicional creando platos primorosamente presentados con pequeñas porciones de comida sobre, por ejemplo, pedacitos tallados de polenta. Esto era algo a lo que verdaderamente no estaban acostumbrados sus contemporáneos, que preferían comer hasta atiborrarse, lo cual provocó tal escándalo que tuvo abandonar el local para volver a dedicarse a la pintura.

Al cabo de un tiempo vuelve de nuevo a las andadas gastronómicas, pero esta vez con su amigo Botticelli, el también gran pintor, abriendo su propio local al que llaman La Enseña de las Tres Ranas de Sandro y Leonardo, adornado en la fachada con dos magníficos lienzos pintados por cada uno de ellos.

Un negocio que finalmente también tuvieron que cerrar, porque por aquel entonces nadie parecía dispuesto a pagar por una anchoa y una rodaja de zanahoria perdidas en una fuente, por más ingeniosamente que estuvieran dispuestas.

Menú degustación

Para hacernos una idea, este es una especie de “menú degustación”, una propuesta realizada por el propio Leonardo da Vinci para una celebración en la villa de Ludovico el Moro, que jamás fue aceptado, sino sustituido por otro que, al gusto de la época, contenía mucha más cantidad de carne, embutidos y marisco:

- Una anchoa enrollada descansando sobre una rebanada de nabo tallada a semejanza de una rana.
- Otra anchoa enroscada alrededor de un brote de col.
- Una zanahoria, bellamente tallada.
- El corazón de una alcachofa.
- Dos mitades de pepinillo sobre una hoja de lechuga.
- La pechuga de una curruca.
- El huevo de un avefría.
- Los testículos de un cordero con crema fría.
- La pata de una rana sobre una hoja de diente de león.
- La pezuña de una oveja hervida, deshuesada.